Se murió esperando ayuda porque la ambulancia estaba rota
Miércoles 25 de Noviembre de 2009
En la madrugada del domingo 15 de noviembre, doña Marí­a González de Barroso llegó al centro de salud de Tres Porteñas. La mujer iba cargada en brazos de sus hijos, casi desvanecida y sufriendo un ataque cardí­aco que la habí­a puesto al borde de la muerte.
Su familia entró a la salita pidiendo la atención urgente de un médico y una ambulancia que la trasladara al hospital Perrupato, con la esperanza de que allí­, con mejor tecnologí­a, pudieran salvarle la vida. Sin embargo, la ambulancia nunca logró arrancar y Marí­a, de sólo 52 años, falleció un rato más tarde.

El pueblo rural de Tres Porteñas está a unos 30 kilómetros al norte de la ciudad de San Martí­n y viven allí­ unas 10.000 personas; parte de esos vecinos se reunió ayer para reclamar mejoras en la atención del único centro de salud de la región, que por su ubicación cubre también las necesidades de los distritos de El Central, El Divisadero y Nueva California. En total, cerca de 18.000 personas dependen del centro de salud número 86, que no cuenta con una guardia médica permanente.

\"Lo que necesitamos urgente en este pueblo es un médico las 24 horas y también una ambulancia que funcione cuando hace falta\", dice Mariela, y agrega: \"No pedimos demasiado, sólo lo indispensable. Acá no te podés enfermar después de las dos de la tarde, porque los remedios quedan bajo llave y el enfermero no está autorizado a nada, ni siquiera a poner una inyección\".

La gente de Tres Porteñas asegura que el problema viene desde hace años y que la muerte de Marí­a González de Barroso no ha hecho más que confirmar, de manera trágica, las históricas deficiencias de la sala.

\"Esa noche, cuando trajimos a mi mamá no habí­a nada con qué aliviarla, ni siquiera oxí­geno\", dice Edgardo Barroso y sigue: \"La ambulancia no tení­a baterí­a ni gasoil y no hubo manera de hacerla arrancar, y a mi vieja la terminaron atendiendo sobre una camilla de lata en el piso. El médico (Ví­ctor) Bustos hizo todo lo que pudo y yo se lo agradezco, pero la verdad es que él no tení­a con qué ayudar a mi mamá, que se terminó muriendo una hora más tarde, mientras esperaba que llegara una ambulancia desde San Martí­n\".

Dice la gente que el caso de doña Marí­a no es el primero, que hace dos años pasó lo mismo con don Juan Santiago Jofré, que aquella noche fatal hubo que empujar la ambulancia para que arrancara y que el vehí­culo salió por las calles de tierra tosiendo humo y sin luces. \"Pasó también con Claudia Azcurra, otra vecina que se murió porque la ambulancia no andaba y la ayuda demoró en llegar\", explica Gustavo Miranda, vecino de la zona y concejal.

Desconfianza

En el centro de salud de Tres Porteñas habí­a ayer un hombre pintando la fachada y también una ambulancia que funciona estacionada a un costado. La gente no se ilusiona y dice que la solución llega cuando llega la prensa, pero que al otro dí­a la ambulancia se irá: \"Ya nos ha pasado antes\", cuenta una mujer y asegura que los encargados de la limpieza de la salita, muchas veces tienen que comprar la lavandina para desinfectar porque en el lugar no hay.

Raúl Ceverino es el director de centros de salud de la provincia y ayer estaba en Tres Porteñas. El funcionario explica que la ambulancia de esa salita es sólo para traslado y que estuvo funcionando hasta unas horas antes de que llegase doña Marí­a y su ataque cardí­aco.

\"Después de las dos de la tarde acá queda una guardia de enfermerí­a y también un chofer de ambulancia para el traslado de los casos graves\", dice Ceverino y cuenta que \"la semana que viene el vehí­culo estará arreglado\".

La ambulancia de Tres Porteñas es modelo \'94 y recorre mensualmente unos 7.000 kilómetros, muchos de ellos por caminos de tierra. \"Es lógico que se rompa y es lógico que la gente pida un vehí­culo nuevo para la sala\", dice el doctor Bustos, que negó que faltara en el lugar los remedios básicos o el oxí­geno. Es cierto que hace falta una guardia permanente, que esa noche la ambulancia no arrancó y que hubo que esperar que llegara una de San Martí­n para auxiliarla, pero el cuadro de doña Marí­a era grave y creo que igual se hubiese muerto en el camino\".
Fuente: Javier Hernández "“ Diario Los Andes On Line
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