Mitos y demonios de la mortalidad infantil
Miércoles 30 de Diciembre de 2009
Unos 3.000 años antes de la primera Navidad, y de las posteriores celebraciones cristianas por el nacimiento de Dios Hijo, los babilonios y los sumerios rezaban contra un demonio femenino (lo representaron alado y con garras) que mataba a los recién nacidos. Fue llamado Lilit -también Lilitu- y esas mitologí­as sostienen que habí­a sido, en verdad, la primera mujer del primer hombre, pero como nunca llegaron a congeniar fue expulsada por los dioses, según unos relatos, o decidió irse por cuenta propia, según otros. Algunas tradiciones (como las recogidas por Jorge Dulitzky en su libro Mujeres de Egipto y de la Biblia -editorial Biblos-), sostienen que Lilit en despecho por no haber engendrado hijos del primer hombre, por las noches salí­a a cazar a los pequeños que él habí­a concebido con la segunda mujer (tal como la conocemos hoy). Fue un mito acerca de la muerte súbita y otros decesos infantiles.
De no ser por su origen pagano, podrí­a llegar a suponerse que el antiguo engendro ha sobrevivido y que ha perfeccionado su miserable tarea. Casi podrí­a decirse que Lilit, en Tucumán, ya no espera a que nazcan: ahora caza a los hijos del hombre en el vientre de sus madres.

Cifra por cifra
Por supuesto, y aunque Goya advirtió que \"el sueño de la razón engendra monstruos\", advino la ciencia para exterminarlos. Pese a ello, aún no hay argumentos oficiales (si las hay, no las dieron) para explicar la tenebrosa estadí­stica nacional que da cuenta de las muertes fetales ocurridas durante 2008 (son los datos publicados hace 10 dí­as) en nuestra provincia. Son 632 decesos.
Ningún distrito del interior (por suerte para esos Estados) iguala semejante cifra. Sólo la supera la provincia de Buenos Aires, con 1.925 muertes fetales. Ahora bien, en Buenos Aires, durante 2008, nacieron 280.318 niños, 10 veces más que los 29.428 nacimientos tucumanos. Entonces, cuando se obtienen los promedios, surge que la tasa de mortalidad fetal bonaerense es del 6,8 por mil nacidos vivos. La de Tucumán, en cambio, es del 21 por mil. En eso, nadie nos gana.
Esta lóbrega estadí­stica forma parte de lo que tanto oficialistas como opositores coinciden en llamar el fenómeno de la mortalidad infantil en Tucumán. Sólo que para el alperovichismo raya en una suerte de milagro de la salubridad pública, mientras que para sus adversarios configura toda una adulteración de datos.

Año por año
El eje de la polémica son los niños que nacen con menos de 500 gramos. Antes -siempre según los opositores-, eran registrados como nacidos vivos porque, efectivamente, nacen vivos: tienen signos vitales, aunque dada su condición de inmadurez no tienen sobrevida. Ahora bien, cuando morí­an iban a engrosar la tasa de mortalidad infantil. Justamente, los que enfrentan al alperovichismo dicen que, a partir de la actual gestión, son anotados como muertes fetales y por tanto no computan en aquel í­ndice.
El Gobierno siempre ha negado, y de manera enfática, tal presunción, pero hasta aquí­ no ha abundado en explicaciones.
De hecho, esta semana volvió a hablar oficialmente del asunto, luego de que LA GACETA diera a conocer el sábado pasado que los últimos datos de la Dirección de Estadí­sticas e Información en Salud (DEIS) de la Nación muestran que la mortalidad infantil aumentó en nuestra provincia: en 2008 fue del 13,8 por mil, contra los 12,9 por mil de 2007.
El Ministerio de Salud informó que el repunte está relacionado con distintos factores, sobre todo con el aumento del número de nacimientos prematuros en toda la provincia. En rigor, lo manifestado es estadí­sticamente cierto. Pero esa certeza, lejos de despejar dudas, las multiplica.
Las violentas fluctuaciones de la tasa de mortalidad infantil en Tucumán durante esta década se vinculan directamente con la registración de los nacimientos prematuros y el posterior fallecimiento de esas criaturas.
Durante la primera mitad de este decenio, hubo un promedio anual de 89 de estos alumbramientos que se dan antes de tiempo. En idéntico lapso, la tasa de mortalidad infantil nunca estuvo por debajo de los 20 por mil nacidos vivos. Para más datos:
"¢ En 2000, el registro pauta que hubo 80 nacidos vivos que pesaban menos de 500 gramos, y la tasa de mortalidad infantil fue del 22,4 por mil.
"¢ En 2001, el registro marca 78 nacimientos en ese rango. La tasa fue 24,5 por mil.
"¢ En 2002, el registro indica 97 nacimientos en el espectro indicado. La tasa fue 24,3 por mil.
"¢ En 2003, el registro indica 94 nacidos con menos de medio kilo. La tasa fue 23 por mil.
"¢ Y en 2004, los alumbrados con menos de 500 gramos registrados oficialmente fueron 95 y la tasa fue 20,5 por mil.
Fue a partir del año siguiente que empieza a operar el \"milagro sanitario\" tucumano. Y la tasa de mortalidad comienza a caer de manera directamente proporcional a otro fenómeno: los nacimientos prematuros empezaron a disminuir notablemente. De hecho, hubo un año en el que casi desaparecieron.
"¢ En 2005 figura que sólo nacieron 29 niños con menos de 500 gramos (66 menos que el año anterior, o sea un 70% menos de un año para otro) y la tasa de mortalidad infantil cayó al 16,2 por mil.
"¢ Lo de 2006 es inédito: los nacidos con menos de medio kilo fueron tan sólo siete. Sí­, de un promedio de 89 en el quinquenio 2000-2004 se pasó a sólo siete en 2006. La tasa de mortalidad, correlativamente, se desplomó al 13,5 por mil.
"¢ En 2007, los prematuros siguen siendo poquí­simos: sólo 15, siempre en el rango de los de menos de 500 gramos. Ahí­ se registra otra baja del í­ndice que cae al conocido 12,9 por mil.
Estos datos se conocieron en 2008, cuando comienzan a darse las denuncias de algunos pocos profesionales de la salud tucumana, y de algunos pocos opositores de la provincia, con José Cano a la cabeza. El expuso en la Legislatura sus sospechas de que la tasa de la mortalidad infantil caí­a porque muchos nacimientos de niños de menos de 500 gramos, sin posibilidad de sobrevida, eran directamente registrados como muertes fetales. El gobernador, José Alperovich, lo trató de infame por su denuncia.
Ahora bien, después de estas advertencias de la oposición, la tasa de mortalidad infantil -como se dijo- creció en 2008 al 13,8 por mil. Y, qué casualidad, también creció sensiblemente la cifra del registro de los nacidos con menos de medio kilo: en esta oportunidad no fueron ni siete ni 15 sino considerables 42 casos.

Respuesta por pregunta
La respuesta oficial sobre estos últimos datos, sin embargo, es casi una \"no respuesta\". El Ministerio de Salud afirmó el martes que \"se están estudiando los motivos, y uno de ellos es la existencia de un grupo de madres adolescentes que no se realiza los controles durante el embarazo\".
Aunque de dudosa rigurosidad y cientificidad, lo cierto es que la explicación habilita numerosos interrogantes. De por sí­ surge una clarí­sima certeza de la mencionada vaguedad: el Gobierno admite que tiene un severo déficit de atención primaria, cuya consecuencia es de tal gravedad que impacta nada menos que en el aumento de la mortalidad infantil. Toda una situación para el Siprosa, una estructura a la que se le fijó, para este año que termina, un presupuesto de $ 611 millones. Dicho de otro modo, $ 1 de cada $ 10 del Presupuesto 2009 se destinó a la salud.
En cuanto a los motivos que provocan los nacimientos prematuros, el Ministerio dijo que hoy son un tema de discusión en el mundo. Ahora bien, tan importante como conocer las razones de este \"fenómeno internacional\" -según el alperovichismo-, por el cual los nacimientos prematuros se multiplicaron por seis en dos años (de siete en 2006 a 42 en 2008), serí­a conocer qué motivó que en otro bienio cercano esos mismos nacimientos prematuros cayeran 13 veces: de 95 en 2004 a los escuetos siete de 2006.
Por lo mismo, servirí­a de mucho conocer por qué en esta década en que la tasa de mortalidad infantil cayó 10 puntos (del 22,4 por mil de 2000 a los 13,8 del año pasado), la tasa de mortalidad fetal total, de manera correlativa, fue subiendo hasta llegar al pavoroso 21 por mil de 2008.
En este contexto, de las 632 defunciones fetales totales registradas en Tucumán durante 2008, 360 (el 57%) corresponden -coincidentemente- a los de menos de 500 gramos. Para ponerlo en el marco nacional, en ese año aparecen en toda la Argentina, 843 defunciones fetales en el universo de los menores de 500 gramos. Luego, los 360 casos tucumanos representan el 43,2% de todas las defunciones correspondientes a ese rango en todo el paí­s.

Enigma por misterio
Ahora bien, como el alperovichismo nunca deja de ser enigmático, el Ministerio de Salud decidió despedir el año con un misterio más: anunció que se trabaja para que en 2010 la tasa de mortalidad infantil (a estas alturas, cada vez más deslucida) se reduzca a 10 por mil.
Aunque es un magní­fico anuncio, llama la atención que en esa conferencia no estuvieran, también, representantes del Ministerio de la Producción, que anunciaran, de modo complementario, que el desempleo bajará drásticamente (el trimestre anterior subió otra vez a los dos dí­gitos) porque se radicarán industrias (90 millones de dólares de capitales tucumanos acaban de irse a Santiago del Estero). Tampoco hubo referentes del Ministerio de Desarrollo Social dando a conocer que se le ganó la batalla a la pobreza; ni del Ministerio de Educación dando cuenta del fin del analfabetismo.
¿Cómo piensa el Ministerio de Salud, que no puede garantizar que las adolescentes embarazadas hagan controles, lograr que la mortalidad infantil caiga tanto si los indicadores sociales a los que está atado el flagelo de las defunciones de niños no muestran retrocesos?
En Tucumán, 17.738 nacimientos de 2008 (el 60% de los 29.428 totales de ese año) corresponden a mamás que no tienen el secundario completo. De ellos, 2.175 corresponden a madres que ni siquiera terminaron la primaria. Eran 2.500 las que estaban alumbrando su cuarto hijo, 1.327 las que tení­an al quinto y 2.065 las que traí­an al mundo al crí­o número seis en adelante.
En este marco, si no mejoran notablemente todos los indicadores sociales, sólo cabrá suponer que para bajar casi cuatro puntos la tasa de mortalidad infantil (esa que acaba de aumentar) traerán un hada de los niños que arregle cuentas con Lilit.
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