Ni el arzobispo frenó la guerra entre el Gobierno provincial y los gremios
Lunes 06 de Diciembre de 2010
Ni la Iglesia de monseñor José María Arancibia pudo arrimar al gobierno de Celso Jaque con los gremios de la salud: AMPROS y ATE. El prelado de Mendoza se metió como mediador en la pelea pero el esfuerzo fue en vano, las partes siguen tan lejos como antes de la convocatoria a la que en representación del Gobierno asistió el general de la gestión, Alejandro Cazabán, y no el ministro de Salud, Juan Carlos Behler, cuya cabeza es requerida por los gremios. 

En el marco de la mediación episcopal el viernes se dio el segundo encuentro entre la administración provincial y los gremios representados por Isabel Del Pópolo (AMPROS) y Raquel Blas (ATE). Cazabán les dijo que no hay plata para hacer ningún tipo de ofrecimiento y adjudicó el apriete económico a dos factores: la desventajosa posición de Mendoza en la distribución de la coparticipación y la negativa de la Legislatura a aprobar un endeudamiento al gobernador. 

Ergo, el secretario general de la Gobernación culpó al gobierno de Cristina Fernández y a la oposición local por los orígenes del conflicto en el sector salud. Los gremios aseguraron que una propuesta del Gobierno detendría el extenso plan de lucha al menos durante el tiempo que demande la negociación. Pero no están de acuerdo en dejar la protesta sin un compromiso formal de la gestión Jaque respecto a mejorar las condiciones laborales y salariales de los profesionales y no profesionales de la salud. 

A la mediación convocada por Arancibia además de un representante del Arzobispado acudió un miembro de la Pastoral Social de la Iglesia, línea de la institución que está muy cerca de los pacientes del sistema público de salud. 

La incursión directa de Cazabán en el conflicto de salud es una clara señal de la complejidad que tiene la situación para el Gobierno. El ministro Behler fue incapaz de llevar adelante las negociaciones desde que despuntó la pelea con AMPROS, la entidad gremial de los profesionales de la salud, que fue la iniciadora del plan de lucha. 

Al principio Jaque dejó la relación con los gremios en mano de su ministro de Gobierno, Mario Adaro. Pero la negativa a ceder algo para descomprimir el conflicto le fue cerrando al jefe de la cartera política las chances de manejar la situación sin las consecuencias que las medidas de fuerza implican en la prestación del servicio.
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