AMPROS con la integración de la ética en el ámbito de la salud
Martes 12 de Mayo de 2015

Nos enfrentamos a numerosas y complejas controversias éticas en la atención médica, la investigación con seres humanos y la formulación y ejecución de políticas de salud pública. La bioética es la disciplina que busca aclarar los problemas éticos que surgen en el marco de la salud.

La Agenda de Salud para las Américas (2008-2017) resaltó la importancia de promover la bioética: “La bioética tiene que difundirse y aplicarse más en los países de las Américas, para resguardar la calidad de la investigación y el respeto a la dignidad de las personas, salvaguardar la diversidad cultural y la aplicación de los conocimientos en salud, así como su aplicación en la toma de decisiones en salud pública”.

Las nuevas tecnologías y la complejidad en las sociedades contemporáneas nos presentan mayor número de problemas éticos y problemas que son cada vez más difíciles. Las situaciones generadas por las nuevas modalidades de reproducción asistida, las posibilidades de mejoramiento genético y el acceso a tecnologías para mantener y prolongar la vida artificialmente nos han mostrado que las pautas éticas no son obvias y que no es fácil determinar lo que estipulan los principios éticos en situaciones concretas ni cómo aplicarlos en la práctica. La diversidad de valores y tradiciones culturales, étnicas, lingüísticas y religiosas presente en toda sociedad exacerba esta dificultad. La inevitable limitación de recursos nos enfrenta a la necesidad de valorar las intervenciones para determinar prioridades. Es claro ya que la mera intuición y las buenas intenciones no bastan para asegurar que las actividades en el campo de la salud sean éticas. Un análisis riguroso y fundamentado es necesario para incorporar las consideraciones éticas en el trabajo en la esfera de la salud.

La integración sistemática de la ética en materia de salud requiere claridad conceptual sobre la bioética como disciplina. La bioética elucida los problemas éticos que surgen en la salud pública, la atención de la salud y la investigación para la salud. La bioética no es una disciplina empírica, porque la evidencia empírica de que algo ocurre no determina que esto sea lo éticamente correcto. Como disciplina normativa, la bioética examina lo que “debe ser” que con frecuencia difiere de lo que “es”. La bioética no es un código de preceptos. La bioética es una disciplina que consiste en la actividad analítica y fundamentada en principios y criterios éticos que busca guiar la práctica en las distintas áreas de la salud.

El análisis bioético se realiza a la luz de valores fundamentales como el respeto a los seres humanos y su capacidad de decidir por sí mismos sobre la base de sus valores y creencias, el bienestar de las personas y las poblaciones, y la justicia. El análisis debe tomar en cuenta los contextos específicos y las situaciones concretas, identificando todos los elementos moralmente relevantes y buscando la consistencia. Incluso si el análisis lo lleva a cabo una sola persona, debe seguir el modelo de un diálogo plural, inclusivo y respetuoso de la diversidad, y considerar las distintas perspectivas involucradas. Como actividad deliberativa, el análisis ético no siempre lleva a una respuesta unívoca. Es posible que haya más de una manera de proceder que sea éticamente correcta.

No todas las acciones orientadas a la mejora de la salud son éticamente aceptables. Más aún, la actividad de salud pública no es éticamente neutra, sino que implica juicios de valor sobre lo correcto y lo justo. Para incorporar la ética en el ámbito de la salud hay que identificar y analizar los criterios y principios éticos en juego; estos pueden ser varios e incluso entrar en conflicto. No es posible suponer sencillamente que las distintas actividades y políticas que buscan mejorar la salud son aceptables desde el punto de vista ético sin antes haber realizado un análisis fundamentado en la bioética. Tampoco es posible suponer que los marcos legales son suficientes para elucidar o resolver todos los conflictos éticos. La ley es fundamental para determinar los estándares mínimos que deben respetarse. Lo requerido por la ley es, sin embargo, solo una de las dimensiones del actuar ético; la ética con frecuencia dicta acciones que van más allá de lo que requiere la ley. De hecho no es posible ni deseable que la ley cubra todo el espectro de la vida moral de individuos o sociedades.

Más aún, la historia nos ha mostrado que la ley puede requerir acciones que no son éticas y que es posible que ciertas acciones éticas sean ilegales. Aunque por lo general este no es el caso, debemos tener presente que el mero hecho de que la ley exija algo no implica que sea ético. La ética como disciplina permite el análisis y la reflexión continua sobre la ley y sobre lo que la ley debería requerir. Además, la ética debería ser un sustento de la legislación.

Los derechos humanos se han establecido por medio de instrumentos jurídicos de carácter vinculante que protegen a individuos y grupos de aquellas acciones que interfieren con las libertades fundamentales y la dignidad humana. Por lo tanto, estos instrumentos, como los tratados y las convenciones, son pertinentes para los temas de salud. Son idóneos para lidiar con casos en que los gobiernos incumplen con obligaciones concretas que han contraído legalmente. Ciertamente, los derechos humanos están éticamente justificados y codifican algunos valores fundamentales de la bioética, como el respeto a las personas y la justicia. Eso permite que estos instrumentos de derechos humanos sirvan de marco jurídico para el trabajo en el ámbito de la bioética. Sin embargo, la existencia de este marco no elimina la necesidad constante de deliberación y análisis ético en las innumerables situaciones complejas con las que nos enfrentamos en relación con la salud

La bioética no debe ser invocada luego de que los principios éticos se han quebrantado y nos encontramos frente a una situación éticamente cuestionable que debemos resolver. La bioética debe incorporarse en el trabajo regular de profesionales de la salud y responsables de las decisiones de política, de modo que las políticas públicas sanitarias estén fundamentadas en principios bioéticos.

A fin de determinar si una política o intervención en salud pública es ética, es preciso evaluar si hay evidencia de que: a) la intervención es efectiva para lograr los objetivos propuestos; b) los beneficios de la intervención para la salud pública superan los daños y cargas que pudieran resultar de la intervención; c) el objetivo de salud pública no puede alcanzarse de una manera distinta que implique menos cargas para la población; d) la intervención va a resultar en la menor cantidad posible de cargas o efectos adversos; y e) las cargas y los beneficios se van a distribuir de manera equitativa, minimizando si es posible injusticias sociales anteriores. Además, por el imperativo ético de tratar a las personas con respeto, deben utilizarse procedimientos justos, tales como una deliberación pública, para determinar qué cargas son consideradas aceptables por la comunidad en cuestión.

Se ha avanzado en la normativa y regulación de la investigación con seres humanos a la luz de guías y declaraciones universales y han establecido procesos de revisión ética por parte de comités independientes. Estos procesos deben completarse y fortalecerse a fin de consolidar los progresos en materia de ética de la investigación. A estos progresos deben agregarse avances en las otras áreas de la bioética, a saber, la ética clínica y la ética en la esfera de la salud pública. Al trabajo deliberativo de los comités de ética clínica, debe sumarse la adopción de mecanismos orientados a hacer efectivo el respeto a los principios éticos en el marco clínico.

A fin de consolidar y promover los avances, es indispensable esclarecer el papel de la bioética en un público amplio, precisando sus aplicaciones en las distintas áreas del trabajo de salud, fortalecer las capacidades en todas las áreas de la bioética y asegurar un compromiso político para la integración de la ética en la esfera de la salud.

Con el objetivo de incorporar la ética de manera sólida y sistemática en las distintas áreas de la salud, se propone una variedad de mecanismos, que incluyen:

? Fortalecimiento de las capacidades de bioética;  

?  enfatizando la aplicación del análisis bioético;

? priorizando a los responsables de las decisiones políticas y al personal de los organismos gubernamentales de salud;

? identificando y evaluando constantemente las capacidades existentes para enfocar las actividades de capacitación en las necesidades específicas de la Región y así proceder eficazmente;

? creando y fortaleciendo las redes nacionales y regionales para elaborar una agenda común que integre los distintos esfuerzos en marcha y así avanzar eficientemente;

? la formulación y ejecución de políticas, planes, programas y regulaciones en las áreas propias de la bioética;

? la incorporación de la bioética en la formulación y ejecución de políticas, planes, programas y reglamentaciones en las distintas áreas de la salud, a fin de garantizar que las políticas, planes, programas y reglamentaciones resultantes sean éticamente sólidos.

En conclusión: Los trabajadores de la salud no solamente desempeñan una función social indispensable. Están comprometidos por su saber y su hacer a contribuir al diálogo social y mostrar perspectivas propias de su trabajo.

El verdadero sentido de una ley que regula relaciones entre grupos sociales (lo que es, en esencia, la función de la ética) es conseguir que imperen principios y prácticas que satisfagan sentidas demandas sociales respetando derechos, reafirmando deberes y fomentando la convivencia con equidad. La equidad es la forma socialmente eficaz de la justicia y consiste en compartir los beneficios del progreso y de la ciencia sin exclusiones.

 

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